Las crisis son eventos de alta carga destructiva, que exponen a las empresas a un escenario de alto impacto negativo. No todas las crisis son anunciadas y si bien sabemos cuando una crisis comienza, no sabemos cuándo ni en qué condiciones acabará.
La pregunta que de verdad importa no es si vamos a sufrir una crisis o no, puesto que a lo largo de nuestra existencia tendremos que afrontarnos con total seguridad a numerosos momentos de crisis, sino cuándo va a llegar esa crisis.
Lo más importante es la velocidad de respuesta ya que existe cierta correlación entre lo que se tarda en manejar y tratar de hacer frente a la crisis y lo eficaz que es la respuesta que damos, es decir, cuanto más tiempo tardemos en detectar la crisis y ponernos manos a la obra, menor será la eficacia de nuestra respuesta ya que incluso puede suceder que si tardamos demasiado no haya nada que hacer.
Las soluciones tempranas son mucho más eficaces que las tardías.
Será imprescindible para afrontar la crisis, contar con la colaboración de toda la empresa en su conjunto y que todo el equipo reme en la misma dirección, por tanto, habrá que evitar a toda costa que existan directrices opuestas para afrontar la crisis.
Contar con el apoyo de todo el equipo es fundamental a la hora de recabar la máxima información posible acerca de lo que está sucediendo ya que es imposible que una sola persona sea capaz de ver con claridad todos los factores han dado lugar a la crisis.
Por tanto, el actuar con rapidez y contando con el mayor número de personas posible de la organización serán dos factores clave a la hora de enfrentar una crisis.
Actuar rápida y deliberadamente será crucial para sobrevivir a la crisis. De esta forma, al elaborar el plan de crisis, el líder deberá informar en primer lugar a todo el equipo del por qué se debe actuar y posteriormente asignar tareas a los diferentes miembros del equipo para combatir la crisis.
Cabe también destacar que en la mayoría de ocasiones, las crisis no surgen de un día para otro sino son claramente anunciadas, por lo que será necesario estar alerta para detectar cualquier amenaza y anticiparse a la crisis de forma que la empresa esté preparada para hacer frente a la misma. El problema reside en que muchas veces, aunque avecinamos la llegada de una crisis, preferimos mirar hacia otro lado y no verlo.
Para evitar la llegada de la crisis por sorpresa, las empresas deberán implantar una férrea cultura sobre los riesgos. Mirar hacia otro lado a un problema argumentando que “no es mi área” o “no es algo que me corresponda” es altamente peligroso. Por ello, un buen líder, con la ayuda de los gerentes y directivos de cada área de la empresa, debe tener pleno conocimiento sobre la marcha de la misma. No se trata de liderar desde arriba, sino de bajar al nivel más operacional de la compañía y preguntar acerca del funcionamiento de los procesos y de la existencia de los posibles problemas que se puedan estar planteando en la empresa para ponerles remedio lo más pronto posible.
Únicamente de esta forma, un líder será capaz de anticiparse a la llegada de una crisis y podrá poner en marcha las diferentes estrategias y mecanismos a llevar a cabo para paliar en la medida de lo posible los efectos negativos de la misma. Una vez diseñado el curso de acción a seguir para hacer frente a la crisis, debemos evitar aferrarnos a ese primer plan de acción ya que ello nos impedirá pivotar en caso de que surjan nuevos imprevistos que requieran de medidas anteriormente no planteadas.
Por último, será fundamental que el líder informe de manera continuada a su equipo sobre el progreso. Saber que el esfuerzo realizado produce consecuencias positivas es un gran motor para toda la organización para continuar luchando frente a la crisis.